Fernando Duque, el corazón del Penyafort

Parece que fue ayer, y ya han pasado 12 años.
Entonces sólo éramos un grupo de estudiantes universitarios llenos de sueños y de proyectos.
A nuestros problemas con el mundo desde la ventana del que va descubriendo que ya es adulto, se le sumaba el enorme estrés causado por todas las incertidumbres de las que nos habían protegido los padres hasta entonces. Estudios. Amores. Pasiones... Había llegado el momento de romper el caparazón. De hacernos mayores.

El Penyafort nos acogió a todos... Con un excelente equipo de profesionales con mucha paciencia, necesaria para aguantar todas nuestras travesuras.

Los que veníamos de lugares más lejanos, al no poder regresar a casa cada fin de semana (por distancia y coste), dejamos que nuestras raíces se clavaran mucho más hondo en ese doble edificio que algunos sentimos como esa casa que dejamos atrás pero que tanto nos ha dado.

En ese hogar tan inusual, había determinadas personas que brillaban con luz propia. Que llenaban los vacíos, sobretodo de los fines de semana. Cuando sólo quedabamos 4 ratas pululando entre la Biblioteca y las habitaciones.

Fernando era de esas personas. Llenaba los vacíos de las noches en las que, despiertos, tratábamos de descifrar complejos problemas de una asignatura, mientras otros se pasaban noches en vela construyendo maquetas de casas de diseño o aprendiendo de memoria centenares de páginas de apuntes y libros.

Era un ser peculiar. Vivía con nosotros. Yo lo siento como alguien de mi familia. Siempre estaba allí, dispuesto a entretenerte si te veía aburrido, dispuesto a animarte si te veía alicaído... Y sobretodo te hablaba como a un adulto. Te recordaba que el caparazón ya estaba roto. Y eso era muy reconfortante.

Amante apasionado del diálogo y el debate. Siempre escuchando, y tratando de entender a los demás aunque no estuviera de acuerdo con sus ideas.

Durante los 6 años que pasé en el Penyafort, él velaba por la tranquilidad, nos protegía de nuestras propias travesuras universitarias, y de algunos se convirtió en un auténtico amigo. Siempre tenía una historia preparada para compartir contigo, para charlar un rato, aunque fueran 3 horas. Siempre tenía tiempo. Siempre estaba disponible.

Todavía recuerdo como si fuera ayer el dia que me dijo que un avión había impactado contra las Torres el 11 de Septiembre. Y casi no me lo creí. Corrí hacia la televisión y ahí estaba... Ese tema se convertiría en uno de los temas estrellas de nuestras conspiraciones acerca del poder mundial y la influencia de Nostradamus.

En un día como hoy, no puedo contener mis lágrimas al saber que ha tenido que dejarnos, después de una dura y larga lucha.

La família del Penyafort ha perdido a un amigo, a un hermano, a un padre. A su corazón. Porque lo tenía muy grande.

Fernando Duque, puedes irte tranquilo, porque vayas adónde vayas, aquí has dejado una huella imborrable. Con tus defectos y tus virtudes.

Fernando Duque, vayas adónde vayas, te llevaré siempre en el corazón.

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Tanatori de Les Corts
Dijous 8 a les 15
Sala 2
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