Eras sólo un conocido. Un compañero.
Coincidimos unas 10 veces en los partidos de nuestro equipo de fútbol, el Pantaleón, que se jugaban a esas horas horribles los domingos allí en Pan Bendito.
Lo suficiente para intercambiar suficientes impresiones mútuas.
El fútbol quizás no era lo que hacías mejor. Pero lo hacías con pasión. Siempre saltabas al campo para dar lo mejor de ti, aunque no fueras precisamente un figura. Siempre querías darlo todo, y salías a darlo todo. Y a mi me contagiabas ese entusiasmo, por saltar al campo y entregarte al máximo.
Y ahora, de golpe, un accidente. Y te has ido.
Seguramente lo estabas dando todo en el resto de cosas de tu vida.
Yo me quedo con tu recuerdo, y con el ejemplo a seguir: darlo todo siempre en la vida, en todo lo que haga. Hacer las cosas con motivación y con ilusión. Y por placer. Y no dejar de luchar ni una pelota, ni una aventura, sólo porque sepamos perfectamente que no vamos a llegar.
Te conocí poco, pero eras un tio grande. Seguro que muchos te echarán mucho de menos.
Yo te recordaré en la banda, chillando:
"Hay que darlo todo, hay que darlo todo!"
(Lástima que olvidaste que hay que darlo todo menos la vida).
En tu honor, Mateso, estas humildes palabras, que són la única manera que me queda ya para expresar mi pena por la noticia.
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dijous, de juliol 17, 2008
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