dissabte, de maig 10, 2008

Francisco

No he podido evitar escribir unas líneas,
dedicarte los pensamientos que hoy (y ya hacía unos meses),
venían a mi cabeza al recordarte.

Y aún así tengo miedo.
Porqué sé perfectamente que escriba lo que escriba no estará a tu altura.

Aun así, a modo de mi homenaje particular lo haré, esperando no incomodar a nadie con estas palabras...

Hace ya unos siete años que te conocí. Y vienen contínuamente a mi mente recuerdos de admiración y respeto.

Me acogiste varias veces en tu casa como un huésped de lujo. Y rápido te convertiste en objeto de mi admiración. De ti y contigo aprendí muchas cosas. Y siempre te estaré agradecido por todo lo que me aportaste.

Aprendí que nunca nadie lo sabe todo. Que hay que escuchar siempre diferentes versiones de la historia. Siempre admiré tu enorme cultura y encontré una paz en muchas de las múltiples y a veces infinitas charlas que mantuvimos.

Aunque si pudieras leer esto no lo creerías, contigo aprendí a escuchar un poco más. Creo que es algo que nunca se tiene que dejar de aprender. En cierta manera - y bien cierta - me ayudaste a conocerme un poco más.

Y todavía explico muchos de los chistes que me contabas cuando nos veíamos. Y muchas de las anecdotas que de ti me fueron explicadas. Siempre con gran admiración y respeto.

Ahora, siete años después, pienso que tuviste mucha paciencia conmigo. Que supiste aguantar mi insolencia con una gran dignidad. Y aunque seguramente me recordarás desde una cierta indiferencia, yo te guardo un enorme aprecio, un infinito respeto y una gran admiración y gratitud por todo y más.

Gracias. Descansa.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada