Es bien sabido que los gatos madrileños están perfectamente organizados y que se reúnen en algún lugar mágico desde el que se diseminan por la ciudad siguiendo las órdenes de una espécie de gobierno interno.Juan García Atienza
La misteriosa conducta, la aparente indiferencia y la premeditada indolencia de los gatos, no es más que la fachada cosmética de la que se sirven para ocultar su propósito de controlar a la humanidad. Así al menos lo sugiere Jacques Strenberg en el relato Les Chats, incluido en su recopilación titulada 118 contes à regler y así lo entendieron tamcién muchos madrileños en la posguerra española al observar la perfección geométrica con la que los mininos tomacban calles y plazas, cuarteles y ayuntamientos. Solos o acompañados, en manada o en formación de a dos, lo cierto es que los felinos se las procuraban para obtener alimentos y allanar casas valiéndose de maullidos desconsolados que encubrían órdenes militares y planes muy concretos. Hoy, cuando ya dominan el mundo, sólo los más ancianos relacionan su presencia en los sillones de los principales jefes de estado con el rumbo de la historia universal.
La idea de que los gatos y sus principales enemigos, las ratas, disponen de una organización jerárquica está perfectamente glosada en el folklore popular. La única disparidad es si se decantan por monarquias o repúblicas. Michel Dansel en Nuestras hermanas las ratas sostiene que las ratas son demócratas de derechas que se permiten el lujo de mantener reyes. "Algunos - señala- piensan que estos reyes permanecen en alcantarillas secretas, que a veces alcanzan el tamaño de un jabalí y que ejercen sus poderes sobre la ratocracia francesa. Pero no ignoran que las ratas, al igual que la poesia, la idiotez o la fraternidad no tienen fronteras.
A falta de dates que avalen la existencia de sufragios universales entre felinos y roedores o de representantes elegidos por sus congéneres en aras de una pretendida superioridad física, sanguínea o intelectual, lo más que puede decirse sobre la leyenda que encabeza esta historia y que conocen -que sepamos nosotros- en Madrid, Toledo y Ciudad Real, es que tras la Guerra Civil española muchos ciudadanos tomaron conciencia del excesivo número de animales -sobre todo gatos- que deambulaban por las calles, circunstancia que motivó encendidas reseñas en los periódicos de la capital e incluso que el maestro Serrano les dedicara una ópera bufa.
Respecto a la cuestión principal, esto es, si dominan el mundo, no hay unanimidad, si bien no seria descartable que algunos de los presidentes que deciden nuestros designios no fueran más que pérfidos gatos y aviesas ratas valiéndose de un hábil disfraz.
Antonio Ortí
Leyendas urbanas en España
Antonio Ortí y Josep Sampere (2001)
Ed. Martínez Roca - Col. Booket
Antonio Ortí y Josep Sampere (2001)
Ed. Martínez Roca - Col. Booket
Només un suggeriment: amb aquesta lletra tan petita és fàcil deixar de llegir, perquè costa centrar la vista molt de temps seguit. Potser ho fas per diferenciar-ho del que has escrit tu, però ja et dic, costa llegir-ho.
ResponEliminaI ens podem perdre coses interessants...
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