Parte II
En tu carta dices que piensas y crees que “la amistad debe valorarse por encima de las diferencias sociales, políticas, religiosas, culturales, sexuales, raciales, económicas y que resulta muy enriquecedor conocer a personas de diferentes lugares, países, razas, etc. respetando a todo el mundo y ofreciendo y compartiendo lo mejor de cada uno de nosotros.” Está bien. Es muy bonito. Yo antes quizás fui así en algún momento. Pero mis ideas ahora mismo me indican que el ser humano es demasiado egocéntrico y depredador para que un concepto como la amistad realmente tenga sentido. Se puede hablar de relaciones de crecimiento mútuo. Se puede hablar de comportamientos o sentimientos tribales. Depende del caso. A veces incluso de aprecio por costumbre, con los compañeros de piso. Pero no creo realmente que la amistad, como tal, entendida a partir de su concepción romántica, (acepción más frecuente de dicha palabra en la actualidad) sea realmente algo “real”.
Del amor y del matrimonio mejor no hablo ahora. La idea que tengo es muy cercana a la que tengo de la amistad. El enamoramiento para mi es algo puramente quimico: una conyunción de reacciones químicas y hormonas que nos machaca el organismo de arriba abajo. El amor, es una costumbre más, frecuentemente confundida con el miedo a la soledad.
Salir con los “amigos” (en la acepción de conocidos con los que existe una relación cordial, agradable y frecuente) lo hago ahora que trabajo más que antes. Aunque antes quizás tenia más tiempo. Pero entre que no te dejan los padres, que no te deja la carrera, que no te deja una de las novias… Antes lo hacía muy poco. Ahora lo hago más a menudo, pero la realidad de la humanidad aplasta mi autoestima como ser humano. Me encanta sentarme en cualquier sitio a discutir, a hablar, a bromear, a soñar, con “amigos”. O con gente. Quizás por esto estoy respondiendo esta carta. Pero cuando la principal actividad de relación humana consiste en irse a una discoteca donde la música te impide hablar, dónde las ideas preconcebidas te impiden conocer gente nueva, donde el exceso de alcohol sirve como excusa para perder los papeles y convertirnos en extraños para nosotros mismos… Eso no me llena. Incluso me deprime (hasta cierto punto).
Últimamente estoy recuperando mi espíritu deportista, pues en mis épocas mozas en el instituto hacía muchísimo deporte. Cuando llegué a la Universidad dejé de hacer deporte y pasé de 80 kg a 120. Una barbaridad. En 2005 me quité casi 40 kg de encima y últimamente me había descuidado un poco. Ahora entre que me he apuntado a un equipo de fútbol 7 y a un gimnasio espero regresar a los 80kg. (que desde que trabajo había empezado a recuperar peso otra vez). Bueno esto tampoco es que sea de lo mas interesante. Pero viene a cuento, pues el deporte ha recuperado un peso muy importante en mi lista de aficiones. :D
A mi tb me encanta viajar. De hecho me metí en mi actual trabajo creyendo, iluso de mí, que mi empresa me haría viajar bastante. De momento la única alegría ha sido Londres y Praga. En mi vida he tenido la suerte de viajar bastante… Pasando por lugares como Tokio, Yokohama, Kyoto (en Japon), Porto Alegre, Rio de Janeiro, Manaos, Foz do Iguaçú (Brasil), Miami, Orlando, Walt Disney World, San Francisco, Washington, Boston, Nueva York, (USA), y múltiples sitios de Europa…
Evidentemente creo que las personas deben valorarse por encima de las diferencias sociales, políticas, religiosas, culturales, sexuales, raciales, económicas y que resulta muy enriquecedor conocer a personas de diferentes lugares, países, razas, etc. respetando a todo el mundo y ofreciendo y compartiendo lo mejor de cada uno de nosotros.
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