Y para festejar la Natividad del Señor no se les ocurre otra cosa que traernos exquisitos manjares del demonio: turrones, mazapanes, polvorones, tortas imperiales, mantecados, roscones, almendrados, bombones, trufas, alfajores, pastelillos, guirlaches..... ¡Madre mía! No me extraña que Papá Noel esté como una foca.
Luego hay que añadir las cenas de navidad: con tu familia, la familia de tu pareja, tus colegas, los colegas de tu pareja, con tu pareja, la pareja de tu parej.... espera me he liado. Bueno, que hay mil compromisos gastronómicos donde en cada uno de ellos sin duda no nos van a faltar estas tentadoras delicias navideñas infiernales.
Si os fijáis hasta a la lotería de navidad se le llama 'El Gordo'. Y si no estamos comiendo o preparando la comida o pensando en comer, seguro que estamos comprando. Normal. Si es que preparan esas ofertas y esos escaparates tan jugosos que nos los comemos con los ojos.
No podemos dejar de pensar en comer, es algo ya inconsciente del subconsciente. Por ejemplo cuando estamos paseando y nos encontramos con el familiar que no veíamos de hace tiempo con el cochecito del niño. Cuando le retira un poquito la manta para que se le vea la carita siempre se nos escapa un "Qué rico" o "Está para comérselo".
En fin, espero que seais sensatos, os comidáis un poquito ante tanta comida y no os dejéis llevar por la gula, que luego llega la cuesta de enero y no hay dios que la suba con ese pandero que se nos ha quedado que parece relleno de mousse de chocolate,.... con tropezoncitos de almendra,.... envuelto en una capa de delicioso chocolate negro..... mmm chocolaaaaate...ogogojoghoaghrfghl...
Así que ¡Buen provecho!
¡Ah!, y ¡¡FELIZ NAVIDAD!!
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