"El ser humano es extraordinario" era el eslogan de un reciente anuncio de televisión. Ya lo creo que puede ser extraordinaro. Sin ir más lejos yo esta tarde al volver a casa en coche el de adelante frenó en seco y me lo comí. No había soltado tantas palabrotas en tan poco tiempo.
Pero por muy extraordinarios que podamos ser, el ser humano es imperfecto por naturaleza. ¿O acaso no lo reconocemos cuando nos equivocamos alegando: "¿qué pasa?, que soy humano"?. Dependiendo del día estamos felices o desilusionados, con mariposas en el estómago o potenciales asesinos en serie, nos equivocamos constantemente y siempre tropezamos con la misma piedra. ¡¡Maldita sea, la misma piedra!! ¿Qué probabilidad hay de que te encuentres con la misma piedra y te tropieces de nuevo con ella? ¡Menuda extraordinariez! (o como pelotas se diga).
Pero bueno, tampoco voy a exponer hoy todas mis reflexiones. Además, no quiero escribir muchas ideas porque seguramente mañana me parezcan una sarta de chorradas. Ya sé que eso no dice mucho de mi estado mental, pero ¿qué pasa? soy un humano extraordinario.
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