El viernes Merodeador se pasea sólo por la mañana mientras yo trabajo.
Al salir del trabajo vamos a comer algo y al cine. El delito, después de la calidad Almodóvar del dia anterior, se llama Casi 300. Me arrepentí de ir desde el primer minuto. Pero no ir me hubiera sentado peor. Almenos reimos un rato y seguimos charlando.
Al acabar la película, nos fuimos a casa a adecentarnos y fuimos dónde Merodeador había quedado con la Ricitos de Oro. Una chica que Merodeador había conocido en circunstancias extrañas en un concierto de Héroes del Silencio o algo parecido. Unas pizzas y unas cañas enmedio de la calle. Unas charlas y unas risas. Unas críticas a mi camisa-leñador de cuadros. Y luego nos unimos a unos amigos suyos para ir a la Sala sol.
La Sala sol. Música funky-rara (jazz, funky, soul modernos) non-stop toda la noche. La verdad, que para un rato está bien, pero toda la noche a mi me llegó a rallar. Y siendo como soy yo, incapaz de ligar en una discoteca por muchos y variados motivos, mientras mi amigo Merodeador merodeaba por la discoteca (ignorando a su objetivo real, el cual a su vez, se dejaba merodear por otros merodeadores) pues al final me acabé aburriendo un rato.
Pero bueno. Soy una persona de alma pesada, por lo que aguanté pacientemente hasta que la mañana nos arrastró hacia nuestras camas, en mi casa...
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